Aquí te doy Yo una buena y pequeña oración, dirigida para aquellos que no pueden defenderse de la atracción del mundo, debido a que esta atracción se presenta de manera inocente e inofensiva, como una refrescante sensualidad mundana para el corazón que ha sido calentado por Mi Amor. En realidad, esta sensualidad es una serpiente venenosa y rastrera que hace dormir suavemente al corazón, para que se vuelva insensible a Mí, Mi Amor y Gracia a través de una manipulación magnética, malvada e infernal, y para que el corazón Me abandone con el tiempo, y caiga en las manos de la muerte eterna!
Por eso Yo te doy aquí está poderosa pequeña oración. Aquel, que la exprese o la manifieste viva, fiel y verdaderamente dentro de sí, expulsará y desterrará de su corazón a esta serpiente malvada. Por eso, escribe, pues, la pequeña oración.
«¡Padre Santo, llenísimo de Amor! Mírame con misericordia, a mí que soy un pobre pecador débil y completamente extenuado. Tú, oh amado Padre, me has tomado con el calor del Amor más sublime y eternamente verdadero; y me atraes fuertemente hacia Ti. Pero yo, un ser tibio, sí, un ser frío desde su fundamento, me desenvuelvo despierta, alegre y vivamente sólo dentro del viejo elemento de mi frialdad mortal heredada.
Pero en tu Santo elemento del Fuego de Tu Amor me vuelvo inmediatamente perezoso, inerte y decrépito, de tal manera que me es más fácil y placentero estar entretenido en el viejo elemento durante días y semanas que tan sólo una hora en el gran calor de Tu Amor.
Esto me lo enseña la experiencia diaria. Pero también veo que, viviendo de esta manera, puedo obtener ahora la completa muerte del espíritu; porque tal sentido de vida me es insuflado desde el infierno. Por eso te pido a Ti, oh Padre Santo y llenísimo de Amor, que, sin demora, expulses fuera de mí a la malvada serpiente; serpiente que me hace dormir por completo para la vida del espíritu. Y sóplame con Tu Consuelo paternal divino, para que yo no continúe corrompiéndome, poco a poco, en mi elemento de la vieja muerte, y perezca, así, en el suave veneno refrescante de mi propia serpiente del sentido mundano.
Porque es una que se acerca de forma rastrera y sigilosa a mi corazón, que ha sido calentado con Tu Amor; serpiente que agrada y alegra mundanamente a mi corazón.
Oh, mira cómo me alegro cuando, por allí, me encuentro y reúno con mis amigos que están llenos de alegría mundana, y mira cómo me divierto con ellos sobre cosas huecas, vanas y completamente nulas. Pero cuando se trata de hablar de Ti, oh Padre, y de dirigir mi corazón y rostro hacia Ti, allí me da sueño y me siento completamente aburrido.
Además, a menudo me sucede que el trabajo mundano más insignificante, hecho durante todo el día, me da más alegría que dedicarme a Ti exclusivamente, tan sólo media hora.
¡Oh, Señor y Padre, escúchame y ten misericordia y compasión conmigo, que soy un pobre y sobredebilitado pecador.
Que Tu Amor me vivifique, que Tu Gracia me ilumine, y que Tu Misericordia y clemencia me fortalezcan y me atraigan cada vez más fuerte hacia Ti.
¡Oh Padre, agárrame con Tu Mano y condúceme hacia Tu Reino y Tu Casa paternal, por la eternidad! Amén».
Fuente: Dádivas del Cielo, tomo 2, recibido el 18 de julio de 1843 por Jakob Lorber.